Todo puede pasar, todo fluye. Organismos que practican la clásica pose del "expectante" nos invaden. Gente que denuncia lo que jamás ni siquiera saldrán mínimamente a comprobar: Si es cierto, será tarde. Si no lo es, será solo un llamado más.
Hace tiempo imaginaron que el nivel de "delincuencia" que azota a nuestra sociedad se bajaba cambiando su nombre por uno menos agresivo: "inseguridad". Así nos fué.
Mucho antes nos volvimos tan pero tan "garantistas" que nos olvidamos total y absolutamente del actor mas importante: La víctima.
Ese "garantismo" entro como un virus que, si pudo desde hace mas de un lustro renombrar a un flagelo, bien logró entrar en las venas del legislador y supurar una ley de procedimientos penales (Caba p/ej.) en la que - de entrada nomás - se establecen bien clarito los derechos de los imputados, si, de los imputados dije!. Ah, a la víctima le dedican un articulito en que le remarcan lo que ya sabe o si es moderadamente inteligente se dio cuenta: que no es parte en el proceso. Como no lo va a saber, si tanto a él como a su letrado ni lo atienden. Eso si, cuando lo logran, no da ni para festejar, ya que se anotician que su causa o expediente fue víctima de otro virus que portaban los funcionarios: "el animus archivandi"
Repartir botones de pánico, luego de una larga jornada en la Oficina de Violencia Familiar y la milagrosa (por lo rápida) orden de un juzgado, resultan inútiles cuando accionados estos nadie acude a ellos, y así ya vamos alcanzando la muerte diaria de una mujer en lo que va del año.
La policía -también fue recontra bautizada- hasta incluso cambiando los números de las mismísimas comisarías y agregándoles una letra lo que dá igual ya que cuando pareciera desentenderse de un caso de grave peligro inminente, devuelven la misma frase que antes de los mentados cambios: "tenemos las manos atadas". La justicia, sin "perjuicio" del fuero y depende el caso, practica lo que mejor le sale: el pase. O la excusa obvia -a veces cierta y a veces no - que llaman: Colapso. Un loco arroja botellas de un balcón totalmente drogado. Otro trata de entrar el departamento vecino, incluso amenazado a una mujer que en el habita y no hay quien logre acudir para detenerlo antes que lastime a alguien o a si mismo. Una madre desaparece y pese a dar aviso directo nadie acude y el río la devuelve: muerta. Un padre de familia se queda sin pasar las fiestas y/o el cumpleaños con su hija por una desobediencia a la manda judicial de su ex pareja que se la lleva a escondidas fuera de la ciudad y en vano pide habilitación de feria para intimarla a cumplir lo que le corresponde. Un consuelo: se la niegan también en las mediáticas causas de corrupción. Relax.
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